viernes, 24 de agosto de 2012

Pero me quedé pensando que allí donde hay alguien
a quien se quiere muchísimo y donde hay alguien que
nos quiere de veras, ése sí que es el lugar más bonito
del mundo...

sábado, 18 de agosto de 2012

Me atrevo casi a jurar que eres eso que nunca esperé conseguir, lo que jamás ansié, lo que no dejé de anhelar porque no empecé en ningún tiempo semejante búsqueda. Eres eso que en mi sueños temía, lo que me desvelaba, por aquello por lo que no quería dormir, el pensamiento que borraba mis pensamientos.



Eres una contradicción con alma. Con un alma que no me pertenece, que no te pertenece siquiera a ti, a nadie. O quizá sin ella. Te contradices, me contradices, haces que me contradiga, juegas a contradecirnos y ganas, siempre ganas, sin importarte que no haya premio de consolación para mí y que ni siquiera lo haya para ti. Jamás te has dado cuenta de que no has ganado nada, que tampoco has perdido nada, no, o eso crees tú, pero ¿quién te devuelve el tiempo que usaste haciéndome creer que el mundo, a tu lado, tendría un significado que me llenase? Ni siquiera pensaste en que el significado que tú le dabas, jamás fue el que me hubiese gustado darle.



En mi habitación, hoy vacía, fría y oscura, me jurabas que era feliz, que eras feliz, y me hacías ver amor, me hacías hacerlo, dártelo. Me hacías creer que había luz, que sentía calor y que llenabas las paredes de mi mundo, pero eran sólo hologramas baratos, visiones estúpidas, imágenes absurdas, tan malas como tú, que se desvanecieron antes incluso de irte.






Y en mi aparente serenidad ante tu firme presencia, me dedicaba sólo a observar, a descubrirte, a conocerte, a saber por dónde saldrías en tu próximo ataque o a aprender de memoria el mapa de las trincheras donde te refugiabas. Sí, jugaste conmigo porque me llegaste a conocer más de lo que yo jamás imagine, llegaste al fondo y viste mi punto débil: tú.

Pero mientras, olvidaste cerrar algunas puertas. Y de lo que nunca te diste cuenta es que, desde el principio, también supe cuál era tu punto débil: yo.