lunes, 15 de julio de 2013

Larisa

Me acostó en el suelo,desnudándome con una paciencia inmensa y me miró,como el marinero que admira el horizonte buscando tierra, como el viejo minero que busca en el rio, pequeñas pepitas de oro, como el artista que admira una obra en un museo.

Y esa mirada, hacia que todo milímetro de mi piel se excitase de una forma imposible, mi corazón latía descaradamente en conjunto con mi vientre, que empezaba a tensarse de imaginar...

Me sonrió,me besó y fue bajando lentamente por la garganta, sus labios eran puro hielo, tan frío, que me quemaba la piel como el sol, deseaba que bajase mas, que no se detuviese en mi ombligo, deseaba darle de beber de mi cáliz, de mis labios, de mis ojos. 

Cada instante se hacia mas denso el poco espacio que había entre nosotros, notaba su cuerpo tenso y duro debajo de la ropa, no era un niño musculitos, era un hombre que se cuidaba, y eso, por dios, eso, no hacia mas que enloquecerme.

Al final tras una risa picante, se lanzó directo hacia mi clítoris ,su lengua jugaba en mí de manera tan asombrosa que no podía parar de retorcerme del placer.

De pronto paró,dejó de acariciarme y comenzó a quitarse lentamente la camisa,

-Te odio Roger, no me tortures así, maldito.

Y sin darte tiempo a contestar, estire de su camisa, hasta saltarle los botones, el me miró serio, callado, sus ojos eran dos lagos anaranjados. Lo había estropeado todo, me tiraría de su cama, de su casa, de su vida, como a un perro que ha mordido su mano.

 Pero para mi sorpresa, me atrapó la cintura, y con una facilidad sorprendente, me puso bocabajo, empezó a pasar sus dedos por mi espalda, con una dulzura que hacia que mis piernas temblasen, sentía su respiración en mi nuca, tararear muy bajo, y como un relámpago que cae de la nada, sus dientes se clavaron en mi hombro. Todo mi cuerpo se deshizo a su boca, a sus manos, mi vientre se endurecía como hormigón a la vez que por mis muslos bajaba calidamente la esencia de mi cuerpo.


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