domingo, 7 de julio de 2013

Roger

6 horas Antes...

La impaciencia crecía a la vez que iban sonando los tonos de la llamada, mil dudas bailaban en mi mente tratando de hacerme cambiar de parecer, como si esa voz años atrás olvidada fuera a cambiar mi decisión.

-¿Diga?- su voz tenia un tinte juvenil y juguetón, sabía que era yo quien llamaba.

-¿Porque lo hiciste? Que te hace pensar que simplemente no trataba de gastar una broma a una de mis alumnas...- Quedaba muy falso, pero esa voz interna empezaba a ganar terreno lentamente.

- No lo pensé, me deje llevar, ¿acaso no tomé la decisión correcta? Al menos, me ha llamado, tan alocado no fue mi experimento.

¡ Oh dios! Y encima se permite el lujo de ronronear delante de mi cara con la esperanza de que no voy a devorarla, cuan equivocada estaba...

-Apunta esta dirección, en 5 horas, no me falles.

Y colgué, para impedir alguna replica, tenia que ser así, preciso, milímetro, como todo en mi vida.


Decidido a que no iba a poder conciliar el sueño, enciendo las luces, desnudo mi masculinidad, y empiezo mi ritual, el reproductor cobra vida, haciendo gemir a un piano hasta el éxtasis, me miro frente al espejo y no me reconozco apenas, un espíritu joven encerrado en una carcasa adulta, no pasaba de los 30 años, pero mis ojos... mis ojos habían visto demasiado, y mirada era sabia y cansada. Como un ser atemporal que ha visto crecer el universo desde antes de nacer.

Tras terminar mi ducha, me siento, desnudo, frente a varias barras de incienso, cuyo humo baila como pequeños dragones grises, invadiendo todo el espacio de la habitación, enciendo mi pipa de agua, con la esperanza de calmar mi interior, que salta como un niño ante un juguete nuevo.

Si cierro los ojos, aun puedo recordar todas sus curvas a la perfección, puedo oler su esencia de flor salvaje, intentando entrar en todos mis poros, como el humo de la shisha.
Tras la intensidad de placer olfativo, siento la calma de una noche de verano. 

Cambio mi pensamiento y de forma sigilosa, decido vestirme y salir de casa a escondidas, como si de un abandono infiel se tratase…

Mis pasos incesantes bordean las calles de este barrio de anciana vitalidad, llevándome a una tienda abierta a altas horas de la madrugada.

Mi cuerpo se adentra, y en el pasillo de la entrada, cruza la mirada con una muchacha de ojos verdes que clavan su deseo en mí, continúo, deteniéndome frente al departamento de vinos, que me permiten observarla con escasa visión mediante el rabillo del ojo; 

Escojo uno suave con esperanza de que los gustos de mi invitada no sean demasiado selectos;

La muchacha gira la cabeza hacia la derecha, fijando su excitante mirada en mí, me recorre de arriba a abajo con gran seriedad, puedo imaginar, sentir su tacto de piel, pidiendo que la acompañe.

Niego con la cabeza, demasiado provocativo y arriesgado para mi gusto, con una sentencia a muerte por día, voy mas que sobrado.

Vuelvo a casa raudo, una fuerza tira de mi vientre, atrayéndome a casa, preparo la mesa con velas, enciendo de nuevo el reproductor, mientras cantos gregorianos se funden con el climax de una joven, todo mi vello se eriza ante la sola imagen, de tenerla desnuda en mi cama, y demostrarle que es solo mía.
Tras una larga espera, suena el timbre, al abrir la puerta, la veo, como un sacrificio a algún dios pagano, con un aura de pervesión y lujuria tintados de timidez y dulzura, sin nisiquiera hablarle, la invito a pasar, le ofrezco una copa, y tras cerrar la puerta tras ella, la aprieto contra la pared y contra mi, devorando sus labios, intentando robarle el alma con mi lengua.

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