martes, 11 de septiembre de 2012

La Diosa y Él


Ven. Acércate. Respírame. Quiero entrar en tu cuerpo y sentir el calor que desprende tu alma. Buscarme a mí mismo en una parte de tí y volver a perderme en tu cuerpo después. Invadir tu mente con mis ganas, quemar mi piel con tu lengua, abrazarte y luego abrasarte con mi mirada, que es más tuya que mía porque sólo te mira a tí.

Sentir tu aliento bajando por mi cuello al ritmo que baja mi cremallera es algo que me estremece hasta un punto que desconocía, algo que me avisa y me ataca al mismo tiempo, algo que, aunque mi mente no entiende ni concibe, sé que no podrá olvidar.
Escuchar mi corazón latir al ritmo que se desabrochan tus botones es mojarme en el aire, secarme en el mar, rozar el éxtasis, lo tabú, lo infinito; algo irreal, contradictorio, de lo que soy adicto... Y tú lo sabes.

Este viaje al que nos hemos invitado tiene retorno a la realidad, pero no importa. Cuando volvamos al lugar del que partimos también volveremos a empezar.

Ven. Acércate. Respírame.

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